lunes, 22 de agosto de 2011

Sintaxis
















Esta es la breve historia de dos períodos oracionales que formaban una feliz coordinación hasta el día en que llegó un engreído pronombre a meterse en sus vidas. Desde allí todo fue subordinación… Echó a la calle a la pobre conjunción, y empezó a hablar de sintagmas a una gente que ni televisión tenía; metió gerundios, participios y perífrasis en una vida que siempre había sido tan sencillita, tan “sujeto y predicado”.
Logró el pronombre que llegaran complementos circunstanciales de todo tipo, cada uno más camorrero que el anterior: el de tiempo se peleó con el de lugar, y el de modo terminó enemistado a muerte con el de causa.
Las oraciones no supieron cómo volver a convivir en paz. Comenzaron a alejarse. Se volvieron yuxtapuestas, taciturnas. Nunca más volvieron a estar unidas. Terminaron separándose en oraciones simples y tristes.
Cumplida su misión, el pronombre saltó tres líneas más abajo, para seguir quitándole el puesto al sujeto y enemistar coordinadas. Y sólo el pronombre fue feliz.

Verónica Pérez Traviezo